Aquí dejamos este humilde legado: sus miradas variadas, el viento de sus carreras, la paz de una caricia, sus cortos e insistentes vuelos…

Aquí queda una imagen o unos versos para que, si pudieras, vieses en ello pétalos blancos del almendro en flor, vencejos hábiles del paisaje.

Pocas cosas más para el edificio que intentamos este instante.

HUECOS

HUECOS

He querido llenar los huecos
con argamasa, aljez, caricias.
Tomar andamios y ascender
hasta el último ladrillo
de la torre mudéjar
(casi muda, sin campanas).
Restaurar, con palabras y actitudes,
la nave central de su mirada.
La fotografía dará testimonio
de esta obra y mis huecos.

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