Aquí dejamos este humilde legado: sus miradas variadas, el viento de sus carreras, la paz de una caricia, sus cortos e insistentes vuelos…

Aquí queda una imagen o unos versos para que, si pudieras, vieses en ello pétalos blancos del almendro en flor, vencejos hábiles del paisaje.

Pocas cosas más para el edificio que intentamos este instante.

DÉJAME




DÉJAME

Oír tus quejas cuando miras,
cuando acercas tus ojos;
sucumbir al océano insondable,
la sima más profunda.
-Quiero estar allí
Cuando tú lo decidas-
Si el silencio tuviera brotes,
como la primavera
en el árbol recordado,
sería un bien compartirlos contigo.

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